Vivimos en
un mundo, dónde una gran mayoría de personas tienen la creencia bien arraigada
que hay que “evitar el dolor y conseguir el placer” frente a todo, ante
cualquiera de las circunstancias de la vida y a toda costa.
Pero la vida de las personas en
este mundo no es fácil y hay que competir por casi todo, ya sea por el trabajo,
por la formación… Hay también situaciones duras o muy dolorosas, muchas personas se
encuentran en situaciones no deseadas como: sentirse poco útil, estar deprimido, estar en el desempleo, sentirse infeliz aun teniendo casi
todos los problemas resueltos, como ocurre a algunas personas ricas y famosas.
Hay a menudo también en nuestro mundo
algunas personas que no encuentran el sentido a sus vidas. Las
personas inseguras siempre sufren. No sirven por lo general en la vida las
ideas sin acción. Hay una carencia o falta de sentido en la vida de muchas
personas que no han logrado encontrar un porqué y como consecuencia no tienen una
dirección para su vida.
Para
algunos, la ausencia de sentido en su vida les lleva a preguntarse
obsesivamente, incluso angustiosamente por su sentido, la razón es que su vida
no les proporciona un sentimiento suficiente de bienestar para vivirla y buscan
algún sucedáneo, que suele ser normalmente falso y poco consistente. La persona
en esta situación se encuentra vacía, no sabe tirar adelante, es el llamado
“vacío existencial”.
El "vacío existencial" produce sufrimiento, tanto mayor como sea la
profundidad del vacío. Para León Daudí, pseudónimo de Noel Clarasó, novelista,
guionista de cine y televisión señala que: “La vida cuanto más vacía,
más pesa”. La persona con “vacío existencial” no tiene armonía en su
conciencia y en su actividad externa. El reflejo psíquico del vacío existencial es
el estancamiento en la vida, es el aburrimiento, es el hastío que desintegra la
vida. El poeta y novelista mexicano Amado Nervo afirmaba que: “El
aburrimiento crea más víctimas que la peste”. Para Marie von
Ebner-Eschenbach, novelista austriaca el destino se forma sobre todo por lo que
sentimos: “No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo
que sentimos por lo que vivimos”. Una vida sin ilusiones ni esperanzas es
una vida absurda, es una vida vacía, es una vida sin sentido.
En la vida hay que aceptar de algún modo la
realidad, el no aceptarla de ningún modo lleva a la neurosis, disminuye y debilita la vida y
produce el hundimiento aparente del yo. Elisabeth Lukas, psicóloga y
logoterapeuta austriaca y eminente discípula de Viktor Frankl ha señalado que:
Aún personas
a las que uno consideraría anímicamente sanas se comportan a veces en contra de
su situación real metiéndose a lo mejor en deudas, las cuales no pueden pagar,
consumiendo alimentos que les hace daño o dando precipitados consentimientos
que no pueden cumplir. El no aceptar la realidad es un proceso de castigo
propio que generalmente tiene malas consecuencias, tanto en lo grande como en
lo pequeño. Historiadores, por ejemplo, han podido demostrar que las dos
tremendas guerras mundiales del milenio anterior empezaron por puro error de
evaluación de la realidad y esto no solo por mandatos en los altos gremios
políticos sino también por las masas de la población. Cuanto más se fortalecen
las ideologías más se alejan de la realidad.
La
conciencia ---“el órgano del sentido” humano--- el cual es extremadamente
lento, pero con el avance de la cultura se va afinando. Somos seres con vida
corta por lo que no tenemos esta impresión […] el cautivador
intento de cada individuo por encontrar sentido en la esencia de su vida y
crear sus propias obras a pesar de múltiples contrariedades e influencias.
Estamos viviendo ahora, según estudios psicológicos, un “renacimiento de la
pregunta del sentido”, porque el sentido se ha vuelto incierto, casi frágil […] los
medios son los fabricantes de opinión, ellos, según el color de la economía,
política o razón religiosa colman al individuo con pseudo-argumentos, de los
cuales casi no pueden defenderse. Cada “spot” en la televisión menciona en
escondidas el “significado” de las acciones de sus protagonistas y se necesita
una fuerte solidez de carácter ---o mejor aún contención---, para poder
sustraerse de estas sutiles manipulaciones.
Un lúcido análisis sobre el
sentido de la vida lo realiza Julián Marías en su libro La felicidad
humana (1987) y considera que: “La pregunta fundamental que
tendríamos que hacernos ---a nosotros mismos y a los demás--- sería: ¿qué me
importa de verdad?, y es el camino para la pregunta por el sentido de la vida.
¿Qué necesito para ser feliz? ¿Qué voy a necesitar siempre? ¿Qué me impide la
felicidad?. Es dudoso que los hombres se hagan esas preguntas, más dudoso
todavía que sean capaces de contestar a ellas; acaso la máxima dificultad
estriba en que se atrevan a plantearlas. Si esto se hiciera, por lo menos se
conseguiría claridad sobre el sentido de la vida, o por la falta de sentido”.
Hay que tomar conciencia de que sólo se
tiene una oportunidad, una vida para hacer, lo que uno realmente descubre que
ha venido a hacer a este mundo. El sentido de la vida para la persona se
entiende como el objetivo de realizar un propósito o valor conscientemente
abrigado en su interior.
Las preguntas y reflexiones sobre el
sentido de la vida se dan con más frecuencia en épocas de decadencia, en
tiempos de crisis, en situaciones problemáticas y como ahora en época de
pandemia. Son estas preguntas angustiosas e inquietantes para los que buscan en
su vida conservar su situación actual. El sentimiento del sentido de la vida es
tanto más intenso cuanto más deseamos el cambio de sentido.
El “sentido de la vida” no implica sólo preguntarse por la dirección o
el discurrir de la vida, por los medios, que empleamos en la vida sino
preguntarse por el final, por la meta de la vida y también por el objetivo de
la vida. Para Leszek Kolakovski el “sentido de la vida” y el “fin de la vida”
designan lo mismo.
El cardenal inglés John Newman
escribía sobre el final de la vida: “No temas el fin de la
vida, teme más bien que nunca haya tenido un principio”.
Lucio
Aneo Séneca, filósofo estoico latino escribió que: “Si no sabemos hacia
donde queremos ir, ningún viento nos será favorable”. Según Johann W.
Goethe, novelista, poeta y dramaturgo alemán, autor de Fausto: “Cuando
uno no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada”.
El “sentido de la
vida” es pues de enorme importancia para las personas porque: “La
felicidad es inseparable del sentido de la vida”, como ha señalado el filósofo Julián
Marías.
Bibliografía
Leszek Kolakovski. El hombre sin alternativa. Alianza Editorial.
Madrid. 1970.
Elisabeth Lukas. Discurso en el II Congreso sobre el futuro
de la Logoterapia. 18-5-201. Viena.
Elisabeth Lukas. Paz vital, plenitud y placer de vivir.
Ed. Paidós. 2001.
Julián Marías. La felicidad humana. Alianza Editorial.
Madrid. 1987.