Archivo del blog

domingo, 24 de mayo de 2020

Una vida en el vacío

Vivimos en un mundo, dónde una gran mayoría de personas tienen la creencia bien arraigada que hay que “evitar el dolor y conseguir el placer” frente a todo, ante cualquiera de las circunstancias de la vida y a toda costa. 

Pero la vida de las personas en este mundo no es fácil y hay que competir por casi todo, ya sea por el trabajo, por la formación… Hay también situaciones duras o muy dolorosas, muchas personas se encuentran en situaciones no deseadas como: sentirse poco útil, estar deprimido, estar en el desempleo, sentirse infeliz aun teniendo casi todos los problemas resueltos, como ocurre a algunas personas ricas y famosas.

Hay a menudo también en nuestro mundo algunas personas que no encuentran el sentido a sus vidas.  Las personas inseguras siempre sufren. No sirven por lo general en la vida las ideas sin acción. Hay una carencia o falta de sentido en la vida de muchas personas que no han logrado encontrar un porqué y como consecuencia no tienen una dirección para su vida.

Para algunos, la ausencia de sentido en su vida les lleva a preguntarse obsesivamente, incluso angustiosamente por su sentido, la razón es que su vida no les proporciona un sentimiento suficiente de bienestar para vivirla y buscan algún sucedáneo, que suele ser normalmente falso y poco consistente. La persona en esta situación se encuentra vacía, no sabe tirar adelante, es el llamado “vacío existencial”. 

El "vacío existencial" produce sufrimiento, tanto mayor como sea la profundidad del vacío. Para León Daudí, pseudónimo de Noel Clarasó, novelista, guionista de cine y televisión señala que: “La vida cuanto más vacía, más pesa”. La persona con “vacío existencial” no tiene armonía en su conciencia y en su actividad externa. El reflejo psíquico del vacío existencial es el estancamiento en la vida, es el aburrimiento, es el hastío que desintegra la vida. El poeta y novelista mexicano Amado Nervo afirmaba que: “El aburrimiento crea más víctimas que la peste”. Para Marie von Ebner-Eschenbach, novelista austriaca el destino se forma sobre todo por lo que sentimos: “No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos”. Una vida sin ilusiones ni esperanzas es una vida absurda, es una vida vacía, es una vida sin sentido.

En la vida hay que aceptar de algún modo la realidad, el no aceptarla de ningún modo lleva a la neurosis,  disminuye y debilita la vida y produce el hundimiento aparente del yo. Elisabeth Lukas, psicóloga y logoterapeuta austriaca y eminente discípula de Viktor Frankl ha señalado que: 

Aún personas a las que uno consideraría anímicamente sanas se comportan a veces en contra de su situación real metiéndose a lo mejor en deudas, las cuales no pueden pagar, consumiendo alimentos que les hace daño o dando precipitados consentimientos que no pueden cumplir. El no aceptar la realidad es un proceso de castigo propio que generalmente tiene malas consecuencias, tanto en lo grande como en lo pequeño. Historiadores, por ejemplo, han podido demostrar que las dos tremendas guerras mundiales del milenio anterior empezaron por puro error de evaluación de la realidad y esto no solo por mandatos en los altos gremios políticos sino también por las masas de la población. Cuanto más se fortalecen las ideologías más se alejan de la realidad. 

La conciencia ---“el órgano del sentido” humano--- el cual es extremadamente lento, pero con el avance de la cultura se va afinando. Somos seres con vida corta por lo que no tenemos esta impresión […] el cautivador intento de cada individuo por encontrar sentido en la esencia de su vida y crear sus propias obras a pesar de múltiples contrariedades e influencias. Estamos viviendo ahora, según estudios psicológicos, un “renacimiento de la pregunta del sentido”, porque el sentido se ha vuelto incierto, casi frágil […] los medios son los fabricantes de opinión, ellos, según el color de la economía, política o razón religiosa colman al individuo con pseudo-argumentos, de los cuales casi no pueden defenderse. Cada “spot” en la televisión menciona en escondidas el “significado” de las acciones de sus protagonistas y se necesita una fuerte solidez de carácter ---o mejor aún contención---, para poder sustraerse de estas sutiles manipulaciones.

Un lúcido análisis sobre el sentido de la vida lo realiza Julián Marías en su libro La felicidad humana (1987) y considera que: “La pregunta fundamental que tendríamos que hacernos ---a nosotros mismos y a los demás--- sería: ¿qué me importa de verdad?, y es el camino para la pregunta por el sentido de la vida. ¿Qué necesito para ser feliz? ¿Qué voy a necesitar siempre? ¿Qué me impide la felicidad?. Es dudoso que los hombres se hagan esas preguntas, más dudoso todavía que sean capaces de contestar a ellas; acaso la máxima dificultad estriba en que se atrevan a plantearlas. Si esto se hiciera, por lo menos se conseguiría claridad sobre el sentido de la vida, o por la falta de sentido”. 

Hay que tomar conciencia de que sólo se tiene una oportunidad, una vida para hacer, lo que uno realmente descubre que ha venido a hacer a este mundo. El sentido de la vida para la persona se entiende como el objetivo de realizar un propósito o valor conscientemente abrigado en su interior.

Las preguntas y reflexiones sobre el sentido de la vida se dan con más frecuencia en épocas de decadencia, en tiempos de crisis, en situaciones problemáticas y como ahora en época de pandemia. Son estas preguntas angustiosas e inquietantes para los que buscan en su vida conservar su situación actual. El sentimiento del sentido de la vida es tanto más intenso cuanto más deseamos el cambio de sentido.

El “sentido de la vida” no implica sólo preguntarse por la dirección o el discurrir de la vida, por los medios, que empleamos en la vida sino preguntarse por el final, por la meta de la vida y también por el objetivo de la vida. Para Leszek Kolakovski el “sentido de la vida” y el “fin de la vida” designan lo mismo.

El cardenal inglés John Newman escribía  sobre el final de la vida: “No temas el fin de la vida, teme más bien que nunca haya tenido un principio”.

Lucio Aneo Séneca, filósofo estoico latino escribió que: “Si no sabemos hacia donde queremos ir, ningún viento nos será favorable”. Según Johann W. Goethe, novelista, poeta y dramaturgo alemán, autor de Fausto: “Cuando uno no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada”. 

El “sentido de la vida” es pues de enorme importancia para las personas porque: “La felicidad es inseparable del sentido de la vida”, como ha señalado el filósofo Julián Marías.

Bibliografía

Leszek Kolakovski. El hombre sin alternativa. Alianza Editorial. Madrid. 1970.

Elisabeth Lukas. Discurso en el II Congreso sobre el futuro de la Logoterapia. 18-5-201. Viena.

Elisabeth Lukas. Paz vital, plenitud y placer de vivir. Ed. Paidós. 2001.

Julián Marías. La felicidad humana. Alianza Editorial. Madrid. 1987.