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sábado, 30 de mayo de 2020

No estoy contenta con mi vida

Aparecía en la prensa en un consultorio psicológico la siguiente confesión de una mujer, que puede ser reflejo de un buen número de personas en nuestros días:

“No quiero, ni puedo seguir así. Últimamente me encuentro muy mal, no estoy contenta con nada en mi vida. No me gustan las relaciones con la gente, no sé relacionarme, nunca saludo a nadie. Creo que dejo pasar oportunidades y me arrepiento. Soy muy rara y tengo una personalidad que no me gusta, me detesto, detesto ser como soy. Me gustaría ser una persona normal que pueda vivir y disfrutar de todo. Quiero vivir la vida, pero por mis inseguridades y mi baja autoestima no puedo. Siento que todo el mundo vive, menos yo. Quiero cambiar y ser feliz, progresar”. Esto es una muestra de la vida en la infelicidad, que es bastante frecuente.


Le respondía en el mismo periódico con concisión una psicóloga a cargo del consultorio psicológico del periódico:
“La felicidad es un estado de bienestar subjetivo, que depende de cada persona. La sensación de bienestar aparece cuando valoramos la vida que tenemos como satisfactoria. En este sentido intervienen las interpretaciones que hacemos de lo que nos pasa y las emociones que tenemos en relación a la interpretación y a lo que nos pasa. Tanto las relaciones sociales como la imagen que tengamos de nosotros mismos van a determinar nuestro bienestar y por lo tanto, nuestra felicidad. Unas relaciones satisfactorias y una imagen positiva van a contribuir a sentirnos mejor y a nuestro bienestar”.
Conocerse y creer en uno mismo
Ya en los filósofos clásicos griegos y romanos aluden al hecho de que importa mucho más lo que tú piensas de tí mismo, que lo que los otros piensen de tí. E insistieron en la máxima: “Conócete a tí mismo”. En efecto tener una imagen positiva de uno mismo y tener también unas relaciones buenas y satisfactorias con los demás son dos ingredientes imprescindibles en la felicidad de una persona.

Para tener una imagen positiva de sí mismo es necesario tener un proyecto personal de vida, buscar y encontrar una vocación que llevar adelante. La fundamentación, las bases, las raíces, los motivos del proyecto personal que queremos alcanzar en la vida  los ha explicado con todo detalle Pedro Laín Entralgo en su libro Las Generaciones en la historia (1945) dice así
En la base de todo "proyecto personal" -la fracción posible de la autoproposición- se articulan en forma más o menos identificable los siguientes supuestos suyos: 1. La idea que el hombre tiene de sí mismo, inserta   a su vez en una idea-científica, vulgar, religiosa, supersticiosa, etc.-de la existencia humana, en una tácita   antropología. 2. La idea que del mundo y de su posible curso temporal   tiene   ese hombre: una Física, una Biología, una Sociología y una Historia rudimentarias o elaboradas. 3. La adscripción personal, el amor del hombre a su vida futura y posible; la intensidad de la "vocación" con que se siente "llamado" a hacer lo que proyecta. Estos tres supuestos del proyecto personal descansan a su vez sobre un último plinto de creencias-religiosas o pseudorreligiosas- constitutivamente necesarias para que la existencia humana no pare en el suicidio o en la desesperación absoluta”. 


El futuro es importante para todas las personas, también para las personas descontentas con su vida, y es sumamente necesario encauzar el futuro adecuadamente, porque no hay pena más profunda, que la de no encontrar más felicidad que la felicidad de lo pasado.