“No quiero, ni puedo seguir así. Últimamente me encuentro muy mal, no estoy contenta con nada en mi vida. No me gustan las relaciones con la gente, no sé relacionarme, nunca saludo a nadie. Creo que dejo pasar oportunidades y me arrepiento. Soy muy rara y tengo una personalidad que no me gusta, me detesto, detesto ser como soy. Me gustaría ser una persona normal que pueda vivir y disfrutar de todo. Quiero vivir la vida, pero por mis inseguridades y mi baja autoestima no puedo. Siento que todo el mundo vive, menos yo. Quiero cambiar y ser feliz, progresar”. Esto es una muestra de la vida en la infelicidad, que es bastante frecuente.
Le respondía en el mismo periódico con
concisión una psicóloga a cargo del consultorio psicológico del periódico:
“La felicidad es un estado de bienestar subjetivo, que depende de cada
persona. La sensación de bienestar aparece cuando valoramos la vida que tenemos
como satisfactoria. En este sentido intervienen las interpretaciones que
hacemos de lo que nos pasa y las emociones que tenemos en relación a la
interpretación y a lo que nos pasa. Tanto las relaciones sociales como la
imagen que tengamos de nosotros mismos van a determinar nuestro bienestar y por
lo tanto, nuestra felicidad. Unas relaciones satisfactorias y una imagen
positiva van a contribuir a sentirnos mejor y a nuestro bienestar”.
Conocerse y creer en uno mismo
Ya en los filósofos clásicos griegos y romanos
aluden al hecho de que importa mucho más lo que tú piensas de tí mismo, que lo
que los otros piensen de tí. E insistieron en la máxima: “Conócete a tí mismo”. En efecto tener una imagen positiva de uno
mismo y tener también unas relaciones buenas y satisfactorias con los demás son
dos ingredientes imprescindibles en la felicidad de una persona.
Para tener una imagen positiva de sí mismo es
necesario tener un proyecto personal de vida, buscar y encontrar una vocación
que llevar adelante. La fundamentación, las bases, las raíces, los motivos del
proyecto personal que queremos alcanzar en la vida los ha explicado con todo detalle Pedro Laín
Entralgo en su libro Las Generaciones en
la historia (1945) dice así:
“En la base de todo
"proyecto personal" -la fracción posible de la autoproposición- se articulan en forma
más o menos identificable los siguientes supuestos suyos: 1. La idea que el hombre tiene de sí mismo, inserta a su vez en una idea-científica, vulgar,
religiosa, supersticiosa, etc.-de la existencia humana, en una tácita antropología. 2. La idea que del mundo y de su posible curso temporal tiene
ese hombre: una Física,
una Biología, una Sociología y una Historia rudimentarias o elaboradas. 3. La
adscripción personal, el amor del hombre a su vida futura y posible; la intensidad de la
"vocación" con que se siente "llamado" a hacer lo que
proyecta. Estos tres supuestos del proyecto personal descansan a su vez sobre
un último plinto de creencias-religiosas o pseudorreligiosas- constitutivamente
necesarias para que la existencia humana no pare en el suicidio o en la
desesperación absoluta”.
El
futuro es importante para todas las personas, también para las personas
descontentas con su vida, y es sumamente necesario encauzar el futuro
adecuadamente, porque no hay pena más profunda, que la de no encontrar más
felicidad que la felicidad de lo pasado.