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lunes, 1 de julio de 2019

Los veintiséis enemigos de la persona

Algunos entienden la vida como ir caminando por una selva. Y en la selva, como todos saben, pueden ocurrir grandes e inesperados peligros, que incluso pueden resultar mortales.

En las grandes selvas o en cualquier selva, los mayores peligros son los animales salvajes: los feroces leones, los sigilosos y escurridizos tigres, las diversas picaduras de insectos, las fuertes fiebres, las enfermedades de todo tipo y tantas vicisitudes que debemos estar en actitud de prevenir.

Todo puede ocurrir en la selva y quizá lo más inesperado. Está la selva llena de obscuridad, con una vegetación exhuberante. El hombre necesita atravesar la selva, pero no hay camino, tiene que ir construyéndose el propio camino y desconoce la dirección y la distancia hasta llegar a la meta. Todo está por hacer y todo exige gran esfuerzo.

En nuestras ciudades actuales, los hombres también caminan o viven en otra forma de selva. Es la selva de la vida de la gran ciudad. La vida aquí, aunque luzca el sol, también es un camino lleno de obscuridad y desorientación.  

Hay peligros de todo tipo, equivocaciones, enfrentamientos entre los hombres o entre los grupos que se forman para ir sobreviviendo.

Pero, aun así, el mayor y principal enemigo lo lleva la persona dentro, en su interior.

La psicología ha defendido siempre que la persona lleva en su interior su peor enemigo, así como su mejor amigo. Y hay que potenciar al amigo interior y prevenir y corregir al enemigo de dentro. Tarea de largo y difícil recorrido.

Centrémonos por el momento en el enemigo que llevamos dentro. 

En primer lugar, hay que considerar, que no es un enemigo pequeño, es un gran enemigo, que puede subdividirse en veintiséis fuertes o crueles enemigos.

No todas las personas tienen el mismo número de enemigos, ni en la misma proporción.

Pero todas las personas tienen estos veintiséis enemigos en alguna medida, que conviene enumerar, porque son muchos los que los desconocen o creen que no son tales, son pues estos, sin importar el orden: el miedo, la codicia, la intolerancia, el egoísmo, la lujuria, la cólera, el odio, los celos, la impaciencia, el engaño, la falsedad, la insinceridad, la vanidad, la crueldad, la falta de compasión, la injusticia, la calumnia, la murmuración, la irresponsabilidad, la deshonestidad, la deslealtad, la venganza, la preocupación, la envidia, la hipocondría, la indecisión.

Es la educación la encargada de corregir con técnicas adecuadas y buenos métodos o a ser posible erradicar a estos veintiséis enemigos encarnizados.

Hay que luchar inevitablemente contra todos ellos y sin descanso, pues retornan o reviven sin cesar.

Cada persona tendrá sus enemigos interiores en una proporción y grado diferente.

Hay autores que afirman, que cada persona abandonará la selva de la vida, cuando domine a todos y cada uno de estos veintiséis fuertes enemigos, enemigos encarnizados.