Son las tres pasiones que
el filósofo, escritor y matemático inglés Bertrand Russell (1872-1970) expone
en su libro Para qué he vivido y dice
así:
“Tres pasiones simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida:
el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el
sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me
han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano
de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación.
He buscado el amor, primero, porque comporta el éxtasis, un éxtasis tan
grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas
horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,
esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el
frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una
miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y
poetas. Eso era lo que buscaba y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para
esta vida humana, esto es lo que –al fin- he hallado.
Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber
por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprehender el poder pitagórico
en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque
no mucho.
El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me
transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a la
tierra. Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos,
víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus
hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo
que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero
no puedo, y yo también sufro.
Ésta ha sido mi vida. La he hallado
digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la
oportunidad”.
Texto citado
por Alex Rovira en su libro Amor (2019).
El texto corresponde al libro de B. Russell. Autobiografía. 1967.
Rovira pregunta a raíz de la cita: ¿Y
vosotros, por qué, por quiénes vivís?. ¿A quiénes cuidáis?.
Y se podía seguir preguntado a cada uno
en particular:¿Cuántas pasiones tienes tú para llevar tu vida? o ¿no tienes
ninguna? y si tienes alguna ¿con qué intensidad la vives?.
¿Quién fue Bertrand Russell?
Bertrand Russell fue también un lógico-matemático y
pacifista. Se le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1950. Fue además reformista de la educación y la
moral sexual, profesor universitario y escritor.
Russell
fue uno de los intelectuales más influyentes y célebres del siglo XX, por sus
diversas contribuciones a la literatura, y por la “racionalidad y humanidad de un notable defensor de la libertad de
expresión y de pensamiento”.
Entre
sus libros cabe destacar: Los principios
de la matemática (1903), El credo del
hombre libre (1903), Principia
Mathematica (1910), Los problemas de
la filosofía (1912), Ensayos sobre
educación (1926), Matrimonio y moral
(1929), La conquista de la felicidad (1930),
El poder en los hombres y en los pueblos
(1938), Ensayos escépticos (1928), Satán en los suburbios (1953), Ensayos sobre lógica y conocimiento (1956),
Por qué no soy cristiano (1957), Victoria sin armas (1963), Crímenes de guerra en Vietnam (1967), Autobiografía (1967-1969).
Para
hacernos una idea de la persona que fue Bertrand Russell diremos que: vivió 97
años, se casó cuatro veces, escribió más de 70 libros, estuvo dos veces en la cárcel,
recibió el premio Nobel de Literatura, viajó a China, Rusia, Estados Unidos, Alemania…
Luchó por el voto de la mujer, por el pacifismo, y por la fundación de una
organización mundial que, aglutinando a todas las naciones, lograse poner fin a
todas las guerras.
Según
B. Russell para entender la clave de la naturaleza humana, el fondo último de
la persona dirá que es el poder, para Marx era la riqueza, para Freud el sexo. Para
Russell el poder es el objetivo último de nuestros actos y constituye el
elemento más decisivo para el desarrollo de nuestras sociedades.
A
finales de la década de 1930, cuando diversas ideologías desgarraban a Europa y el mundo estaba al
borde de una guerra devastadora. Russell intentaba establecer una “nueva
ciencia” que integrase saberes como la
historia, la sociología y la filosofía para dar cuenta de los traumáticos
acontecimientos de la época.
Sus
obras en el ámbito de la lógica y los fundamentos de la matemática supusieron su
mayor aportación al campo de la filosofía. Fuera de ésta es conocido por sus,
entonces “escandalosos”, escritos en torno a variados temas: la religión, la
guerra, el matrimonio, el trabajo o el sexo.
Figura
controvertida y polémica, amada por unos y vilipendiada por otros, tanto la
obra como la vida de Bertrand Russell se caracterizó por un talante crítico,
una pasión profunda e intensa y una
independencia de pensamiento cuya frescura y vitalidad sigue latiendo en sus
escritos, según el parecer de José Sánchez-Cerezo de la Fuente.
Para
Fernando Savater, catedrático de ética y escritor, dice de Bertrand Russell: “Como todos los pensadores críticos, Russell
es mucho más interesante y valioso cuando niega que cuando afirma. Sobre todo,
su individualismo valeroso, su heroísmo irónico, su rebelión antijerárquica, su
defensa de la vida y de la plena expansión sexual, su postulación de una
educación creadora y no represiva, su exigencia de una organización política
basada en la federación de pequeños comités populares, opuesta a los
nacionalismos opresores, todas sus posturas más personales le convierten en el
más válido precursor de la liberación preconizada por la “new left” de Europa y
América. Sus derrotas nos enseñan tanto como sus parciales triunfos”. (Fernando
Savater. Apología del Sofista y otros
sofismas. 1973).
Reflexiones sobre el texto citado
Las
tres pasiones o motores que dirigieron la vida de Bertrand Russell: ansia de
amor, intensa búsqueda del conocimiento, misericordia y piedad por las personas
que sufren, no se pueden negar, son ciertas. Bertrand Russell fue una persona
coherente en su vida, ejemplar y admirable, aunque no todo el mundo coincida
con todas sus ideas.
Es
admirable que una persona no pobre se acordara a lo largo de su vida de los
pobres, de ese mundo que conjuga soledad intensa, pobreza a raudales y dolor permanente. Él escuchaba los
gritos de dolor de niños hambrientos, escuchaba el dolor de las víctimas
inocentes torturadas por opresores crueles y
egoístas, escuchaba también el dolor de los ancianos desvalidos y solos de
tantas ciudades.
Sus
palabras vuelven a ser admirables: “Deseo
ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro”. Estas
cosas hay que sentirlas, porque como él ha escrito en otro de sus libros: “conocemos mucho y sentimos muy poco”.