Llegar
al desarrollo personal pleno
La palabra desarrollo ya indica que no podemos quedarnos quietos,
estáticos, parados sino que tenemos que trabajar alguna cosa. ¿Qué cosa tenemos
que trabajar o desarrollar? A nosotros
mismos, a nuestra persona en sí misma y esto constituye el trabajo más difícil y
absorbente de toda y cualquier vida.
Acudiendo al
diccionario encontramos que desarrollar
tiene los significados de: avanzar,
mejorar, hacer adelantos, aumentar en el orden físico, intelectual, moral y también
progresar o crecer en el ámbito económico, social, cultural.
Llegar al desarrollo
personal pleno se hace
inevitablemente en el doble marco de la vida: mi vida propia o personal y la
vida de los demás o vida social. Esto implica una mayor dificultad. Y tiene
que hacerse a lo largo del tiempo, a
lo largo de toda una vida.
Si decidimos no avanzar
en la vida, no mejoramos, sino que sobreviene el estancamiento y después retrocedemos
aunque no queramos, no podemos aguantar en un mismo estado neutro indefinidamente, sino que nos vamos
deteriorando poco a poco, vamos retrocediendo en todos los sentidos.
¿Qué es una persona o un
ser humano para poder iniciar su
desarrollo o crecimiento?. En nuestra cultura occidental hace muchos siglos los
filósofos griegos nos enseñaron que el
ser humano es una realidad compuesta de cuerpo y alma y también afirmaron que
es “un animal racional”.
Dando un paso
gigantesco la psicología actual afirma que la persona, el hombre tiene un
cuerpo como los animales, pero tiene cuatro notas en su interior que son
importantísimas: inteligencia,
afectividad, voluntad y espiritualidad, que le diferencian de todos los
animales.
¿Entonces qué es lo que
tenemos que desarrollar las personas para ser más y mejor personas, para lograr
un desarrollo pleno?. Fundamentalmente la
inteligencia propia, la afectividad propia, la voluntad propia y la espiritualidad propia. El cuerpo tiene un
desarrollo físico natural sin necesidad de intervención directa. Son cuatro
capacidades humanas, que permiten poder desarrollarlas a lo largo de la vida. Exigen
nuestra planificación e intervención consciente y directa. Son totalmente
necesarias las cuatro, son además imprescindibles para vivir humanamente, para
vivir como personas. Son también capacidades complejas y de grandes
dimensiones. Muy sucintamente haremos un esbozo de ellas.
La inteligencia es la capacidad de pensar, analizar o saber distinguir
o diferenciar las cosas, es buscar conocer la realidad, es buscar conocer la
verdad, es indagar qué son las cosas.
La afectividad es el conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona, son de naturaleza subjetiva, no son totalmente iguales en cada uno, son diferentes a los conocimientos, son también las reacciones ante ciertos estímulos. Todos los sentimientos tienen dos caras contrapuestas: alegría-tristeza, paz-inquietud, amor-odio…
La voluntad es la capacidad humana para decidir con libertad lo que se quiere o desea y lo que no. Es también la capacidad de esfuerzo por conseguir un objetivo que creemos valioso para nosotros. Los psicólogos actuales consideran que la voluntad en la vida es más importante que la inteligencia.
La espiritualidad es la capacidad de pasar o dar sentido y significación de lo natural a lo sobrenatural. Es trascender y dar sentido no solo a lo que vemos y tocamos sino también a lo que va más allá de lo que se ve y se toca. Se concreta fundamentalmente en las religiones cristiana, judía y musulmana.
La espiritualidad es captar el sentido profundo de la vida. Dar un sentido espiritual a la vida es buscar y encontrar las respuestas más importantes o esenciales: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿qué significa la muerte?.
La vida no es fácil para nadie, tiene sus dificultades o peligros a lo largo de toda ella. Las dificultades no son las mismas y en la misma proporción para todos. La vida para Julián Marías es “la suma dificultad”, es la mayor dificultad y por consiguiente es un gran error creer que es un paraíso. El dolor, el sufrimiento, la dificultad están presentes a lo largo de toda la vida de las personas, es una constante universal.
Hay innumerables formas de definir la vida, de verla, de interpretarla, de vivirla, de aceptarla. De inmediato, lo que es más necesario e imprescindible es saber vivir. Saber vivir tampoco es fácil. El psiquiatra Enrique Rojas afirma que saber vivir es un arte y un oficio. Lo cual implica que hay que trabajar o ejercitar a lo largo de la vida y con sumo cuidado las cuatro capacidades principales que posee la persona: su inteligencia, su afectividad, su voluntad y su espiritualidad.
El desarrollo personal pleno
Con el ejercicio diario de las cuatro capacidades personales a lo largo de la vida podemos llegar a un desarrollo pequeño, mediano, grande o pleno.
¿Quién juzga lo que es un desarrollo pequeño, mediano, grande o pleno?. Nadie, sólo nosotros mismos. ¿Cómo?. Con nuestro grado de satisfacción en la vida, que algunos llaman felicidad, es decir sintiéndonos felices.
¿Cuándo nos sentimos felices en la vida?. ¿Cuándo tenemos un desarrollo personal pleno? Según la psicología actual, cuando nos ejercitamos trabajando en los ámbitos de:
-Tener criterios morales y éticos