Archivo del blog

lunes, 18 de octubre de 2021

Llegar al desarrollo personal pleno

La palabra desarrollo  ya indica que no podemos quedarnos quietos, estáticos, parados sino que tenemos que trabajar alguna cosa. ¿Qué cosa tenemos que trabajar o desarrollar? A nosotros mismos, a nuestra persona en sí misma y  esto constituye el trabajo más difícil y absorbente de toda y cualquier vida.

Acudiendo al diccionario encontramos que desarrollar tiene los significados de: avanzar, mejorar, hacer adelantos, aumentar en el orden físico, intelectual, moral y también progresar o crecer en el ámbito económico, social, cultural.

Llegar al desarrollo personal pleno se hace inevitablemente en el doble marco de la vida: mi vida propia o personal y la vida de los demás o vida social. Esto implica una mayor dificultad. Y tiene que hacerse a lo largo del tiempo, a lo largo de toda una vida.

Si decidimos no avanzar en la vida, no mejoramos, sino que sobreviene el estancamiento y después retrocedemos aunque no queramos, no podemos aguantar en un mismo estado neutro  indefinidamente, sino que nos vamos deteriorando poco a poco, vamos retrocediendo en todos los sentidos.

¿Qué es una persona o un ser humano para poder iniciar  su desarrollo o crecimiento?. En nuestra cultura occidental hace muchos siglos los filósofos griegos nos enseñaron que el ser humano es una realidad compuesta de cuerpo y alma y también afirmaron que es “un animal racional”.

Dando un paso gigantesco la psicología actual afirma que la persona, el hombre tiene un cuerpo como los animales, pero tiene cuatro notas en su interior que son importantísimas: inteligencia, afectividad, voluntad y espiritualidad, que le diferencian de todos los animales.

¿Entonces qué es lo que tenemos que desarrollar las personas para ser más y mejor personas, para lograr un desarrollo pleno?. Fundamentalmente la inteligencia propia, la afectividad propia, la voluntad propia y la  espiritualidad propia. El cuerpo tiene un desarrollo físico natural sin necesidad de intervención directa. Son cuatro capacidades humanas, que permiten poder desarrollarlas a lo largo de la vida. Exigen nuestra planificación e intervención consciente y directa. Son totalmente necesarias las cuatro, son además imprescindibles para vivir humanamente, para vivir como personas. Son también capacidades complejas y de grandes dimensiones. Muy sucintamente haremos un esbozo de ellas.

La inteligencia es la capacidad de pensar, analizar o saber distinguir o diferenciar las cosas, es buscar conocer la realidad, es buscar conocer la verdad, es indagar qué son las cosas.

La afectividad es el conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona, son de naturaleza subjetiva, no son totalmente iguales en cada uno, son diferentes a los conocimientos, son también las reacciones ante ciertos estímulos. Todos los sentimientos tienen dos caras contrapuestas: alegría-tristeza, paz-inquietud, amor-odio…

La voluntad es la capacidad humana para decidir con libertad lo que se quiere o desea y lo que no. Es también la capacidad de esfuerzo por conseguir un objetivo que creemos valioso para nosotros. Los psicólogos actuales consideran que la voluntad en la vida es más importante que la inteligencia.

La espiritualidad es la capacidad de pasar o dar sentido y significación de lo natural a lo sobrenatural. Es trascender y dar sentido no solo a lo que vemos y tocamos sino también a lo que va más allá de lo que se ve y se toca. Se concreta fundamentalmente en las religiones cristiana, judía y musulmana.

La espiritualidad es captar el sentido profundo de la vida. Dar un sentido espiritual a la vida  es buscar y encontrar las respuestas más importantes o esenciales: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿qué significa la muerte?.

 La vida no es fácil

La vida no es fácil para nadie, tiene sus dificultades o peligros a lo largo de toda ella. Las dificultades no son las mismas y en la misma proporción para todos. La vida para Julián Marías es “la suma dificultad”, es la mayor dificultad y por consiguiente es un gran error creer que es un paraíso. El dolor, el sufrimiento, la dificultad están presentes a lo largo de toda la vida de las personas, es una constante universal.

Hay innumerables formas de definir la vida, de verla, de interpretarla, de vivirla, de aceptarla. De inmediato, lo que es más necesario e imprescindible es saber vivir. Saber vivir tampoco es fácil. El psiquiatra Enrique Rojas afirma que saber vivir es un arte y un oficio. Lo cual implica que hay que trabajar o ejercitar a lo largo de la vida y con sumo cuidado las cuatro capacidades principales que posee la persona: su inteligencia, su afectividad, su voluntad y su espiritualidad.

El desarrollo personal pleno     

Con el ejercicio diario de las cuatro capacidades personales a lo largo de la vida podemos llegar a un desarrollo pequeño, mediano, grande o pleno.

¿Quién juzga lo que es un desarrollo pequeño, mediano, grande o pleno?.  Nadie, sólo nosotros mismos. ¿Cómo?. Con nuestro grado de satisfacción en la vida, que algunos llaman felicidad, es decir sintiéndonos felices.

¿Cuándo nos sentimos felices en la vida?. ¿Cuándo tenemos un desarrollo personal pleno? Según la psicología actual, cuando nos ejercitamos trabajando en los ámbitos de:

 -Conocerse a sí mismo

 -Haber sabido superar las heridas del pasado

 -Tener una buena percepción de la realidad

 -Tener estabilidad emocional

 -Tener un proyecto de vida coherente y realista

 -Tener independencia de la gente

 -Tener un buen equilibrio entre corazón y cabeza

 -Tener una buena educación de la voluntad

 -Tener sentido del humor

 -Tener criterios morales y éticos