Todo el mundo sabe que vivimos en crisis. Y ¿qué es una crisis?. Una crisis según el diccionario es un cambio. El cambio puede ser pequeño o grande, radical. Pueden sufrir cambios las personas individualmente y las sociedades también. Los cambios en las personas normalmente son pequeños, casi no nos damos cuenta de ello o a veces nos los proponemos conscientemente, para superarnos. Pero la gente, por lo general casi ni siquiera lo advierte.
El gran cambio, el cambio radical es una enorme mutación, una gran evolución que transforma la situación anterior en otra casi distinta o totalmente distinta. Este gran cambio puede suceder en una sociedad exclusivamente o también puede suceder el mismo cambio en muchas sociedades a la vez.
Los cambios suceden en el orden físico, histórico, espiritual. Los cambios pueden ser económicos, sociales, políticos, científicos, religiosos, artísticos, éticos, médicos...
Los grandes cambios naturales en sentido negativo son los terremotos, los maremotos o tsunamis, las sequías, las pandemias o contagios a gran escala como la actual infección por coronavirus o covid19.
La palabra crisis también significa una situación difícil o complicada y además se asocia a una situación de escasez, de carestía.
Una crisis en sentido general es el estado de un asunto o proceso cuando está en duda o en discusión su continuidad, su modificación o su cese.
Escribía María Zambrano (1907-1991), malagueña, escritora y filosofa, en su libro Hacia un saber sobre el alma. Alianza Editorial (2000), libro que lleva ocho reimpresiones ya, la última en el año 2018, que:
Estar viviendo en crisis; es ya un lugar común de nuestros días, y como tantos lugares comunes nos hace correr el peligro de que resbalemos sobre él, sin adentrarnos. Mas, si sucede así será tanto como resbalar sobre nuestra propia vida. Y lo grave es que tal cosa: resbalar sobre la propia vida, sin adentrarse en ella, puede ocurrir con suma facilidad. Por eso es necesario que intentemos desentrañar lo que hay dentro de esta realidad a que aludimos al decir crisis.
La primera característica de una crisis es la inquietud que nos provoca. La inquietud es el desasosiego, la desazón. no vivir las cosas con quietud y paz. La vida ya de por sí lleva cierto grado de inquietud, pero la vida en crisis es vivir la vida con inquietud aumentada.
La primera manifestación y consecuencia de la inquietud por la crisis de la pandemia por coronavirus ha sido el aislamiento de las personas, su reclusión forzosa en sus domicilios, la parada de casi todas sus actividades habituales. Se ha impedido su trabajo normal en la oficina, sus relaciones profesionales y de ocio, sus actos de culto religioso, sus visitas a familiares y amigos, se ha impedido su presencia en casi todos los ámbitos que antes efectuaba con toda normalidad. Se ha prohibido casi todo.
Ha distinguido María Zambrano que esta inquietud de la vida en crisis no es una inquietud por aventuras o viajes ilusionantes sino que es:
Una inquietud que soportamos dentro de la cual nos sentimos recluidos. Es inquietud que nos viene de fuera, no libertadora actividad que brote de dentro. Lo más humillante que existe para un ser humano, es sentirse llevado y traído, arrastrado, como si apenas se le concediera opción, como si ya apenas fuese posible elegir ni tomar decisión alguna porque alguien, que no se toma la pena de consultarlo, las está ya tomando todas por su cuenta. Tal pasividad tiene lugar en la soledad más tremenda.
En un fino análisis de la vida en crisis que hace María Zambrano muestra, que se dan primeramente dos experiencias: el sentimiento de inquietud y el sentimiento de soledad. A la soledad se la define por la carencia de compañía y por la melancolía que se siente por la ausencia de una persona o cosa. María Zambrano ha indicado que la crisis:
A la par que inquietos nos sentimos en una "soledad sin descanso". Mas, sucede con la soledad lo mismo que con la inquietud. También la soledad es propia de la vida de siempre; también está en el fondo de la vida humana. La soledad de la época de crisis, es, sin embargo, bien distinta de esta soledad del hombre despierto, puesto que no se debe a una mayor lucidez y hasta puede envolver una mayor confusión. Es soledad causada por la inquietud, porque no sabemos nada, ni podemos reposar en certidumbre alguna. Estamos tan solos porque estamos terriblemente inquietos y turbios.
Una tercera experiencia se da en las crisis: la del desamparo del hombre, las personas se quedan completamente desorientadas. Nuestra escritora dirá:
La crisis muestra las entrañas de la vida humana, el desamparo del hombre que se ha quedado sin asidero, sin punto de referencia; de una vida que no fluye hacia meta alguna y que no encuentra justificación. Entonces, en medio de tanta desdicha, los que vivimos en crisis tengamos, tal vez, el privilegio de poder ver más claramente, como puesta al descubierto por sí misma y no por nosotros, por revelación y no por descubrimiento, la vida humana; nuestra vida. Es la experiencia peculiar de la crisis. Y como la historia parece decirnos que se han verificado varias, tendríamos que cada crisis histórica nos pone de manifiesto un conflicto esencial de la vida humana, un conflicto último, radical, un "se puede o no se puede". Ya que la vida humana parece que es el territorio de la posibilidad, de las más amplias posibilidades y que la historia fuera el proceso de ir las apurando, hasta su último extremo y raíz.