La pregunta es pertinente ¿qué es el esfuerzo?. El diccionario nos indica que esfuerzo es entendido al menos con cuatro significaciones:
Empleo enérgico de la fuerza física contra alguna
resistencia.
Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para poder alcanzar algo venciendo dificultades.
Ánimo, vigor, brío, valor.
Empleo de elementos costosos en la consecución de algún fin.
El esfuerzo honesto, sincero, bien
enfocado es la llave dorada que abre un ilimitado tesoro de posibilidades. El
esfuerzo está totalmente disponible para todos, pero sólo algunos pocos tienen
la sabiduría suficiente para utilizarlo, para realizarlo.
La posibilidad de esforzarnos o no
esforzarnos reside en nuestro interior y hemos de decidir voluntariamente
qué hacemos ante cualquier circunstancia de la vida. El dilema con que nos
encontramos a menudo es este: ¿Hago el esfuerzo o no lo hago?.
Tanto hacer el esfuerzo o no, tiene sus
consecuencias, por supuesto diferentes en cada caso.
Cualquier cosa que obtengas con poco o ningún
esfuerzo, puede tambalearse rápidamente o hundirse totalmente. Cuanto más
tiempo, esfuerzo e inteligencia inviertas en tus proyectos, más sólidos y
duraderos serán los resultados.
El esfuerzo no debe ser algo molesto,
no placentero, que hay que evitar. El esfuerzo no es contrario al placer,
aunque muchos lo ven así. Sin embargo, el esfuerzo es un medio o herramienta
fundamental a través del cual añades valor a tu vida, a la vida de los que te
rodean y al mundo en el que vives.
El esfuerzo consigue el progreso
personal y colectivo. Hay que tener en cuenta que toda ventaja o progreso que
puedas lograr rápidamente, sin esfuerzo, de igual manera puede ser alcanzada
por tus competidores.
La vida no es fácil para nadie, a todos
nos exige esfuerzo, aunque nuestras capacidades de esfuerzo sean diferentes.
Nuestra capacidad de sufrimiento va construyendo nuestra personalidad poco a
poco.
Podríamos considerar el esfuerzo como sinónimo de voluntad. La voluntad algunos la definen como la capacidad de ponerse unos objetivos concretos y luchar por irlos alcanzando. La voluntad hay que adquirirla con la práctica, con ejercicio. Para conseguir una voluntad robusta, fuerte, efectiva hay que hacer un aprendizaje gradual, un entrenamiento progresivo con: repetición de actos; vencer las inclinaciones inmediatas o vencer en los pequeños detalles; tener un motivo por el que luchar; ser constante y perseverante; tener orden en el día a día y evitar la dispersión.
Hay en la vida de cada uno esfuerzos breves, pequeños y esfuerzos grandes y largos en el tiempo. En los grandes y largos esfuerzos en el tiempo hemos de discernir si tendremos las fuerzas suficientes para abordarlos.
La vida exige siempre armonía y equilibrio,
lo cual significa no permitir que nuestras grandes ambiciones ensombrezcan
nuestros pequeños éxitos cotidianos. Significa estar bien en el presente y
menos obsesionado con el futuro.
No hay que olvidar en ningún momento que
todos los sueños, grandes o pequeños, no se consiguen sin esfuerzo.
Vivimos en la actualidad en Europa,
especialmente en España, una cultura que valora muy poco el esfuerzo y exalta
el placer en todas sus formas. Es esta la forma y el estilo de vida, más rápida y segura, para llegar a innumerables fracasos
y a una vida mediocre y mezquina