Un día vacío señalaba un joven en su charla con un amigo. Un día vacío en su vida era levantarse y no hacer nada, no tener nada en que ocuparse, ni nada porque esforzarse por conseguir, nada absolutamente nada que le alegrara y le ilusionara. Había tocado fondo, pero este joven podemos ser nosotros mismos o infinidad de personas en similar situación.
Todos hemos vivido algún día vacío y nos hemos
recuperado con rapidez. Para algunos en cambio, a un día vacío, se sucede otro
y otro, o se suceden semanas vacías, meses vacíos, años vacíos. Es permanecer
en la vida de vacío. Es también acostumbrarse a llevar una vida de gran vacío, vida de nada.
Y esta vida de vacío se va agravando cada vez más, hasta que
se toca fondo, entonces ya no se puede bajar más. Cuando se toca fondo, se
pierde todo: las ganas, las ilusiones, el trabajo, el dinero, la familia, los
amigos… tantas cosas materiales y espirituales. Surgen de inmediato la
amargura, la tristeza, el pesimismo, el aburrimiento, la violencia, la evasión,
el alcoholismo, la droga y quizá la cárcel, la depresión o la muerte. Es la
bajada a los infiernos.
En nuestras sociedades actuales, cada vez más complicadas y
exigentes para todas las personas, la vida no es fácil para nadie y los días
vacíos se incrementan para mucha gente, porque se pierde ilusión y ganas de
seguir adelante, se encuentran muchas más dificultades y algunas tan grandes que son
infranqueables para los más débiles. Ocurre esto y mucho más en nuestras sociedades
que además tienen altas tasas de paro.
Nos preguntamos ¿cómo salir de los días vacíos? Lo
primero que hay que decir es que no es fácil esta empresa. Podemos salir con ayudas
externas ya sean sociales o profesionales y podemos salir con gran
voluntad por nosotros mismos. Hay que ser humildes y reconocer que algunas
personas solas ellas mismas no lo podrán conseguir. De ahí que sea necesaria la
ayuda y una buena comprensión de padres, educadores y otros profesionales.
Algunos, por el contrario, con gran esfuerzo y sólo por ellos
mismos superan sus días vacíos. ¿Cómo? Es la gran pregunta y la respuesta es
cada uno a su manera. Es un asunto tan personal y diferente, como somos de
diferentes las personas. Las estrategias serán muy diversas.
Podemos seguir preguntándonos ¿hay alguna estrategia común
que todos podamos aprovechar para salir o cambiar nuestros días vacíos?
Me atrevo a decir que sí: Lo primero es hacer alguna actividad.
La primera estrategia para cambiar los días vacíos por días llenos es actuar.
Hacer alguna actividad, comprometerse a hacer algo, aunque no tengamos
ganas. Por ejemplo, hacer deporte o andar o … Será mejor elegir una actividad
que nos guste, pero nunca quedarse quietos o inmóviles. Porque en el fondo las
células de nuestro cuerpo no están quietas, siempre están intercambiando
sustancias.
Cuando después de actuar nos sintamos mejor, iremos haciendo
actividades más útiles, vivir siguiendo alguna meta, vivir poco a poco con
enfoque, buscando fines un poco mayores, buscando conseguir pequeños
resultados. Hay que empezar a asumir pequeñas responsabilidades. Mejorar los
resultados del trabajo, si se tiene. Tomar decisiones por uno mismo.
Un consejo importante: No juzgues tu día por cuánta cosecha lograste recoger, sino por cuánta semilla lograste sembrar.
A pesar de estar solos, bloqueados, aislados o estancados.
Aunque nos falte motivación, ganas de hacer cosas, no buscar excusas, no
culpar a otros, no odiar nuestro trabajo, no sentirse fracasado a pesar
de todo.
Y continuar trabajando, persistir en lo que hacemos con más
fuerza, con más alegría, mantener el rumbo. Así podemos cambiar los días vacíos
por días llenos. Días más llenos de compromiso, de responsabilidad, días
más llenos de felicidad personal.