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sábado, 19 de diciembre de 2020

10 Reglas para ser feliz que funcionan

La felicidad es un nombre sustantivo, que significa un estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien. Es un sentimiento, es un anhelo profundo que buscamos. Así la felicidad sería un estado de ánimo positivo, un sentirse bien y contento por los propósitos  o metas que uno va logrando.

Pero la felicidad se nos escapa, no podemos retenerla y somos felices sólo en algunos momentos, no siempre. La felicidad absoluta, total y permanente no existe, es una utopía.

La felicidad es un asunto muy tratado a lo largo de la historia por los filósofos, los psicólogos, los poetas, los escritores, los cantantes, los cineastas… Y es un tema tan extenso  como complejo y delicado, es de una gran importancia para las personas. Sus extravíos tienen enormes consecuencias negativas en la vida de los hombres y de las mujeres.

¿Pero somos realmente felices las personas ahora en las sociedades del siglo XXI?

Por supuesto todos no son felices. Ser feliz es un concepto  relativo, es decir está en relación con lo que pretendes en la vida y es un concepto complicado, porque tiene muchas caras o aristas. Si nos preguntamos realmente ¿ qué es ser feliz?, cada persona responderá algo diferente.

Y es que para alcanzar la felicidad  hay un largo camino y no siempre fácil que ha de recorrer cada individuo, dependiendo de cuáles sean sus aspiraciones y sus pretensiones. Hay para quien la felicidad es tener salud, otros vivir en pareja o tener una familia y hay también quienes la felicidad supone tener mucho dinero, tener un buen trabajo o  tener éxito profesional. Todo esto es relativo  a lo que cada uno busca y todo es respetable, porque las personas somos tan diferentes.

Sin embargo, los estudios y las encuestas revelan que en nuestro tiempo de gran desarrollo tecnológico hay un importante porcentaje de la población en todos los países, que  se consideran infelices. Son personas que sufren, viven a disgusto, están hundidas, con una gran falta de esperanza, incluso algunos no desean vivir.

La otra cara de la felicidad es la frustración. Es un sentimiento muy frecuente especialmente en jóvenes y trabajadores en paro. El trabajador en  paro es tan habitual en nuestras sociedades del siglo XXI, el paro es un factor muy destructivo para el mundo de la persona, porque el trabajo es esencial para ella. 

¿Sabemos hacer frente a la frustración? Seguramente la mayoría responderá que no. Pese a ser una de las emociones más comunes hoy en día, no sabemos controlarla y por consiguiente, tenemos una baja tolerancia a ella, con lo cual se agrava el sufrimiento, haciéndolo mayor y más duradero.

Las expectativas no alcanzadas son el principal motor de esta frustración, que nos lleva a no poder lograr cierto grado de felicidad.

Normalmente la frustración está más presente en personas que necesitan tener todo bajo control y que en algún momento sienten que no pueden hacerlo, pero también en personas incapaces de soportar los momentos difíciles de la vida.

Sin embargo, la frustración  es algo que se puede frenar y controlar. ¿Cómo? Con paciencia y poniendo en práctica las siguientes estrategias:

-asumir que aunque deseemos que pase algo y no ocurre así, debemos reconocer que no es una necesidad irremediable y no tiene porqué realizarse inmediatamente.

-reconocer la frustración y analizar el porqué de su aparición.

-asumir que hay cosas que se escapan a nuestro control y que no pasa nada grave por ello.

-concienciarnos de que nadie es perfecto y  nosotros tampoco.

-lo más importante tener paciencia. 

Todos los expertos coinciden en que para ser felices tenemos que cambiar desde dentro. Esto conlleva un proceso largo y a veces complicado, que se comienza eliminando la negatividad de nuestro interior, superando las dudas  y los miedos y se sigue por ver las partes positivas de nosotros mismos, de nuestra  situación, o de nuestra circunstancia. Se necesita abandonar la zona de confort y enfrentarse a los miedos, para comenzar por el buen camino que lleva hacia el bienestar emocional. Se ha afirmado por eminentes psiquiatras que: "No hay felicidad sin amor" y también que: "El amor hay que cuidarlo con esmero de artesano". No hay felicidad tampoco sin paz interior, ni sin buscar la realización de uno mismo, es decir, buscar con seriedad lo que uno puede llegar a ser.

La felicidad a lo largo de la historia

La felicidad, como se sabe, ha sido buscada sin cesar a lo largo de toda la historia por todos los hombres. Todos anhelan la felicidad. El Dalai Lama enseña que: “Como seres humanos, nuestro objetivo básico es el de disfrutar de una vida feliz”.

En la antigüedad se pensaba que ser rico, tener larga vida y muchos hijos eran preciosos dones de Dios y que en todo eso consistía la felicidad. 

Han sido los filósofos los que con más ahínco han abordado el tema de la felicidad y todo lo relacionado con ella. En todas las épocas se ha contribuido al desarrollo del concepto de felicidad así: el mundo clásico greco-romano (Sócrates, Platón, Aristóteles…), el pensamiento medieval (San Agustín, Santo Tomás…), el pensamiento moderno (Descartes, Spinoza, Kant, Freud…), el pensamiento cristiano.

El filósofo cordobés Lucio Aneo Séneca (4 a.d.C-65 d. C), que fue cuestor y pretor en Roma escribió entre otras una obra De vita beata (Sobre la felicidad) y ya en las primeras líneas afirma: “Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices, pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas; y no es fácil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja uno tanto más de ella cuanto más afanosamente la busque, si ha errado el camino; si éste lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquello a que nos impulsa un deseo natural”.

Tenemos así pues planteada la cuestión. Todos buscamos la felicidad, pero ésta no es fácil de alcanzar y también podemos elegir caminos equivocados para llegar a ella. Además, se ha de trabajar cada día para lograrla, es una labor diaria.  Se ha afirmado con razón que la felicidad requiere acción y no se alcanza sin acción.

La tarea de buscar la felicidad es una tarea ardua, costosa, de larga duración y mucho más en nuestros días. Un filósofo español Julián Marías ha afirmado que “la felicidad es un imposible necesario”, lo cual quiere decir con otras palabras, que no podemos dejar de buscarla, aunque no la hallemos en su totalidad.

Hay una infinidad de definiciones sobre qué es la felicidad, que han pasado al acerbo cultural de la humanidad así: “La felicidad consiste en conocerse a sí mismo” Sócrates; “La felicidad consiste en el bien” Aristóteles; “La felicidad es el fin de la vida” Cicerón; “La felicidad es la virtud” Séneca; “La felicidad consiste en amar a Dios y vivir la caridad” San Pablo; “La felicidad es la alegría en la verdad” San Agustín; “La felicidad consiste en la satisfacción de los deseos” Spinoza; “La felicidad consiste en la realización de los instintos” Freud; “La felicidad es un imposible necesario” Julián Marías.

Ante la oceánica extensión de estudios sobre la felicidad y la necesidad urgente de millones de personas  de orientarse, de lograr una síntesis clara y orientadora para sus vidas sobre qué es la felicidad en estos tiempos actuales de grandes carencias y de enormes confusiones, se hace necesario adoptar algunas estrategias.

Hay unas 10 reglas o estrategias que podemos adoptar para ser feliz,  para poder tener una vida feliz, son estas reglas el denominador común de lo que piensan  los psicólogos actuales sobre el tema.

Reglas para ser feliz:

1ª. La felicidad consiste en ser capaz de cerrar las heridas del pasado.

2ª. Aprender a tener una visión positiva de la vida.

3ª. Tener una voluntad de hierro.

4ª. Tener un buen equilibrio entre corazón y cabeza.

5ª. Tener un proyecto de vida coherente y realista.

6ª. Poner los medios adecuados para hacer felices a otras personas.

7ª. Capacidad para apreciar las pequeñas alegrías y placeres de  la vida             ordinaria.

8ª. Saber valorar las cosas que uno tiene y las que uno ha conseguido.

9ª. Saber dar a las cosas que nos pasan la importancia que realmente tienen.

10ª. No equivocarse en las expectativas y saber poner freno a unas ambicio  

      nes excesivas.