La pregunta va dirigida a ti y a todos. Cada uno dará su particular respuesta. Si todos se lo preguntaran y respondieran, serían millones de respuestas en todo el mundo. Pero muchos, muchísimos en nuestro tiempo actual 2025, ni se plantean siquiera la pregunta.
También
la misma pregunta se la han planteado algunas personas, no muchas, es cierto, en
siglos anteriores al nuestro.
Ya
en el siglo primero de nuestra era Lucio Anneo Séneca, filósofo español
nacido en Córdoba, el año 4 antes de Cristo y fallecido en Roma en el año 65
después de Cristo, escribió un libro titulado Sobre la brevedad de la vida.
Era
un filósofo perteneciente al estoicismo, además tuvo un cargo muy importante en
la vida política, fue el preceptor y consejero del emperador Nerón. Fue senador
romano, político, orador, escritor y filósofo.
La doctrina filosófica de Séneca estaba basada en el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón que tiene cada uno. El estoicismo es una escuela de filosofía fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a. C. Es una filosofía ética. Los estoicos creían que todas las cosas operaban según una ley de causa y efecto, que dotaba al universo de una estructura racional, el universo es racional; pensaban los estoicos también sobre las personas que: «no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos».
La doctrina filosófica de Séneca
estaba basada en el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que
perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón que tiene
cada uno.
Escribió Séneca tres tipos de obras: Consolaciones, Diálogos y
Tragedias.
Consolaciones: Consolación a Marcia, Consolación a
Helvia, Consolación a Polibio.
Diálogos: De la ira , De la brevedad de la vida, De la serenidad del alma, De la firmeza del sabio, De la clemencia, De la vida bienaventurada o De la felicidad, De los beneficios, De la vida retirada o Del ocio, De la providencia, Cartas a Lucilio, Cuestiones naturales.
Tragedias: Hércules, Las troyanas, Las fenicias, Medea, Fedra, Edipo, Agamenón, Tiestes.
Su obra tiene gran vigencia y aceptación, ha sido admirada por algunos de los pensadores e intelectuales occidentales más grandes e influyentes: Erasmo de Róterdam, Michel de Montaigne, René Descartes, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau, Francisco de Quevedo, Thomas de Quincey, Dante, Petrarca, San Jerónimo, San Agustín, Lactancio, Chaucer, Juan Calvino, Baudelaire, Honoré de Balzac..
Sobre la brevedad de la vida
Cuenta
Séneca en su libro Sobre la brevedad de la vida que:
“No
tenemos poco tiempo: es que nosotros perdemos mucho. La vida es suficientemente
larga y se nos ha concedido con liberalidad para que pudiésemos terminar las
empresas de mayor importancia, si ¿toda ella se empezase debidamente”
[…]
La
vida si se sabe utilizar es larga. A muchos los entretiene una insaciable
avaricia; este se siente arrastrado por las constantes dificultades que
encuentra en unos trabajos sin sentido; otro se embrutece con el vino; aquel se
duerme en la pereza; a ese lo cansa su ambición siempre pendiente del juicio de
los demás; algunos guiados por incontenible deseo de negociar, dan la vuelta
por toda la Tierra y recorren todos los mares con la única obsesión del lucro.
[…]
“Una mínima parte de la
vida es la que nosotros vivimos” escribió Virgilio, el
más grande de los poetas romanos, y recalca Séneca: realmente es cierto que
toda su duración no es vida, sino tiempo. Por todas
partes estamos rodeados de vicios que nos atacan y que no nos dejan
levantarnos, ni volver nuestros ojos hacia la contemplación de la verdad: antes
bien nos mantienen hundidos y clavados en las pasiones. […]
No se encuentra ninguno
que quiera repartir su dinero; y, en cambio, ¿entre cuántos distribuyen su vida
todos y cada uno de los hombres? Todos se empeñan en conservar su patrimonio,
pero en cuanto llega la ocasión de perder el tiempo, entonces es cuando
precisamente con la mayor de las liberalidades, en el único asunto en el que la
avaricia estaría más que justificada. […]
Explícanos ahora el tiempo
que perdiste con un acreedor, cuánto con tu amiga, cuánto con un acusado y
cuánto con los clientes que hayas podido tener; cuenta la cantidad que has
perdido con las disputas con tu mujer, cuánta en el castigo de los esclavos, y
en las calles de la ciudad cuando te dirigías a cumplir con tus obligaciones.
Añade también las enfermedades que cogimos por nuestra culpa; añade el que se
perdió tumbado y sin hacer nada: te darás cuenta que tienes bastantes menos
años de los que cuentas.
Reflexiones sobre estos
textos
Séneca es una persona de la élite de Roma en el siglo Iº de nuestra era,
también era senador romano. Su respuesta a la pregunta ¿la vida es corta o
larga?, afirma la vida es suficientemente larga, para que podamos lograr
nuestros propósito o propósitos más importantes o mejores. Luego no podemos
quejarnos de que no tenemos tiempo, de que la vida es corta.
Recalca que lo que sucedía a todos los ciudadanos en general en Roma, y es
que se perdía el tiempo o se perdía mucho el tiempo.
Expone muy detalladamente en qué actividades se perdía entonces más el
tiempo y hacían desviarse por consiguiente a la persona de lo más importante en
ella. Para nosotros esta es la genialidad de Séneca como gran observador social.
Así enumera grandes pérdidas de tiempo: la gran avaricia de algunos, los
que tienen trabajos inadecuados, los adictos al vino, los perezosos, los
aventureros trotamundos, los que están pendientes de lo que piensan los demás.
Sigue profundizando con toda lucidez en las pequeñas pérdidas diarias
de tiempo: pérdidas con acreedores, pérdidas con amigos o amigas, pérdidas
en discusiones con la esposa, pérdidas en el castigo de esclavos y pérdidas callejeando.
Son pérdidas diarias, que sumadas todas en el año y sumados todos los años
de vida da un resultado total muy alto. Así se puede afirmar con Séneca que: toda
la duración no es vida sino tiempo, se podría añadir de tiempo perdido.
Del siglo Iº al siglo XXI
Con el paso del tiempo, con el paso de 2000 años
nada menos, a nuestro humilde parecer constatamos que las costumbres de las
personas en Occidente en la actualidad y en referencias a las pérdidas del
tiempo de la vida personal se han incrementado exponencialmente desde el siglo
Iº y casi son las mismas. Estas pérdidas han ido creciendo con la evolución del
tiempo con extraordinaria fuerza, exponencialmente.
Las pérdidas de tiempo del siglo Iº se conservan también en el siglo XXI, pero aumentadas en cantidad, y en el siglo XXI aparecen nuevas
o parecidas pérdidas de tiempo que son de mayor profundidad y más destructivas.
Salvo perder el tiempo en el castigo a los
esclavos, que ya no existen como tal en el siglo XXI, todo lo demás enumerado por
Séneca existe en una mayor proporción.
Se dirá que en la actualidad la población es
muchísimo mayor, es cierto, pero el tipo de pérdida es el mismo. Analicemos un
poco: los que tenían trabajos inadecuados, ahora son en número mayor, con algo
nuevo, que no hay trabajo para todos, apareciendo el nuevo fenómeno del paro
laboral; las pérdidas en discusiones con la esposa, ahora con las leyes del
divorcio pueden perder además del
tiempo, la vivienda, los ahorros y quizá la salud; las pérdidas de los adictos
al vino, ahora las pérdidas son mayores: adictos a la cerveza, adictos al
whisky, adictos al wodka, adictos a las
drogas que pueden perder el tiempo, el dinero y quizá la vida.
Los avariciosos, los ambiciosos, los aventureros,
cada uno en su cualidad y proporción sus pérdidas de tiempo, también ahora en
la actualidad son mayores, porque en las ciudades occidentales con un progreso
de 2000 años facilitan mayores posibilidades de perder o de distraer el tiempo
y la persona. Las calles tienen mayores distracciones. Hay más espectáculos y
fiestas varias; hay más y mayores viajes, grandes tiendas de compras. Las
distancias son más grandes…
No sólo las pérdidas de tiempo son ahora mayores
que en el pasado, sino que hay algo más profundo o grave como dice el sabio Séneca: Por
todas partes estamos rodeados de vicios que nos atacan y que no nos dejan
levantarnos, ni volver nuestros ojos hacia la contemplación de la verdad: antes
bien nos mantienen hundidos y clavados en las pasiones.