En
las grandes selvas o en cualquier selva, los mayores peligros son los animales
salvajes: los feroces leones, los sigilosos y escurridizos tigres, las diversas
picaduras de insectos, las fuertes fiebres, las enfermedades de todo tipo y
tantas vicisitudes que debemos estar en
actitud de prevenir.
Todo
puede ocurrir en la selva y quizá lo más inesperado. Está la selva llena de obscuridad, con una vegetación exhuberante. El hombre necesita atravesar la selva, pero no hay
camino, tiene que ir construyéndose el propio camino y desconoce la dirección y
la distancia hasta llegar a la meta. Todo está por hacer y todo exige gran
esfuerzo.
En
nuestras ciudades actuales, los hombres también caminan o viven en otra forma
de selva. Es la selva de la vida de la gran ciudad. La vida aquí, aunque luzca el sol, también es un camino lleno de obscuridad y desorientación.
Hay peligros de todo tipo, equivocaciones, enfrentamientos entre los hombres o entre los grupos que se forman para ir sobreviviendo.
Hay peligros de todo tipo, equivocaciones, enfrentamientos entre los hombres o entre los grupos que se forman para ir sobreviviendo.
Pero, aun así, el mayor y principal enemigo lo lleva la persona dentro, en su
interior.
La
psicología ha defendido siempre que la persona lleva en su interior su peor
enemigo, así como su mejor amigo. Y hay que potenciar al amigo interior y prevenir y
corregir al enemigo de dentro. Tarea de largo y difícil recorrido.
Centrémonos
por el momento en el enemigo que llevamos dentro.
En primer lugar, hay que
considerar, que no es un enemigo pequeño, es un gran enemigo, que puede subdividirse
en veintiséis fuertes o crueles enemigos.
No
todas las personas tienen el mismo número de enemigos, ni en la misma proporción.
Pero
todas las personas tienen estos veintiséis enemigos en alguna medida, que
conviene enumerar, porque son muchos los que los desconocen o creen que no son
tales, son pues estos, sin importar el orden: el miedo, la codicia, la intolerancia,
el egoísmo, la lujuria, la cólera, el odio, los celos, la impaciencia, el
engaño, la falsedad, la insinceridad, la vanidad, la crueldad, la falta de
compasión, la injusticia, la calumnia, la murmuración, la irresponsabilidad, la
deshonestidad, la deslealtad, la venganza, la preocupación, la envidia, la hipocondría,
la indecisión.
Es
la educación la encargada de corregir con técnicas adecuadas y buenos métodos o
a ser posible erradicar a estos veintiséis enemigos encarnizados.
Hay que
luchar inevitablemente contra todos ellos y sin descanso, pues retornan o reviven sin cesar.
Cada
persona tendrá sus enemigos interiores en una proporción y grado diferente.
Hay
autores que afirman, que cada persona abandonará la selva de la vida, cuando
domine a todos y cada uno de estos veintiséis fuertes enemigos, enemigos encarnizados.
Interesantes reflexiones
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