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martes, 7 de julio de 2020

La vida en crisis y la crisis de esperanza

La vida en crisis

Con las crisis estamos inquietos pero inactivos, pues una autentica  acción de la persona no es posible, en las crisis no vemos nada claro,  dudamos.

Ha sido el filósofo español Ortega y Gasset el que ha afirmado que en las crisis hay falta de creencias y sobreabundancia de ideas, demasiadas ideas. Las creencias son aquellas verdades en las que confiamos ciegamente, estamos seguros, vivimos en ellas completamente entregados. Y en tiempos de crisis comienzan a resquebrajarse y no aumentan sino que disminuyen. Con ello nos está fallando la realidad, el mundo en que vivíamos, que creíamos un mundo seguro, empezamos a verlo inseguro, con fantasías inseguras. Con lo cual nos estancamos, dudamos, no vemos claro nuestro proyecto de acción, nuestro porvenir y no tiramos adelante, en consecuencia estamos inquietos y sufrimos en soledad.

No es de extrañar  así las cosas que la prensa haya mostrado que entre marzo y junio un 42% de trabajadores ha sufrido ansiedad, irritabilidad coincidiendo con el estado de confinamiento y estado de alarma en España por la pandemia provocada por el coronavirus.

Ante todo esto, nos preguntamos ¿dónde queda la voluntad del hombre de vivir animosamente hacia el futuro?. En los tiempos que vivimos y por múltiples razones se puede constatar fácilmente, que no todos vivirán su vida con ánimo, con alegría, con ganas hacia el futuro. Las crisis también  traen entre otras cosas falta de esperanza o crisis de esperanza.

La esperanza significa, entre otros sentidos de la palabra, un estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Sea la cosa deseada que sea, creemos que la vamos a conseguir, que la vamos alcanzar. Pero no siempre ocurre así.

No podemos vivir sin esperanza. Es imposible. No pueden las personas vivir sin esperar algo, incluso los desesperados o desesperanzados.

Pedro Laín Entralgo ha estudiado brillantemente el tema de la esperanza en un libro La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar humano en el año 1956, publicado en la editorial Revista de Occidente. En 1993 escribe Esperanza en tiempo de crisis, libro publicado en la editorial Círculo de lectores. Estudia aquí el tema de la esperanza en Unamuno, Ortega, Jaspers, Bloch, Marañón, Heidegger, Zubiri, Sartre, Moltmann. Pedro Laín es el gran teórico de la esperanza y elabora una brillante teoría sobre la esperanza.

Haciendo una gran síntesis de la teoría de la esperanza que defiende Pedro Laín diremos que: es una teoría general de la esperanza, pero no es exclusivamente para los cristianos, es válida para todos. Estos son los puntos principales.

Teoría de la esperanza

-Todo lo material, mineral, vegetal, animal, hombre, tiende al futuro aunque de manera distinta.

-El animal tiende a su futuro, pasando por nacimiento, crecimien to, madurez, declinación y muerte, según fases y ritmos. Lo que el animal espera está determinado por sus instintos y su situación.

-El hombre tiende al futuro esperando algo, está condicionado por los instintos y el campo perceptivo aunque no está condicionado totalmente. En esto se diferencia del animal. La espera del hombre es a la vez suprainstintiva, suprasituacional e indefinida. Es suprainstintiva porque espera más de la estricta situación, es indefinida porque puede elegir entre muchas posibilidades.

-La apertura del hombre hacia el futuro requiere el proyecto, que implica el propósito de alcanzar lo que se espera. El proyecto lleva dentro la pregunta (¿podré realizarlo?).

-La pregunta supone cierta menesterosidad, cierta carencia, la persona no lo puede todo. En la pregunta late la posibilidad de una respuesta.

-Toda pregunta sume al hombre en la angustia.

-La espera de la persona puede ser confiada desconfiada en alcanzar la meta del proyecto. La seguridad en ello no puede ser total ni el fracaso absoluto.

-Hay que  distinguir  entre espera y esperanza. La espera es expectativa ante el futuro en relación a un hecho concreto (“te espero mañana”). La esperanza es la confianza de la persona en la realización de sus posibilidades de ser en el futuro (“seré médico”).

-El hombre no puede vivir sin esperar algo, incluso el hombre más desesperanzado espera algo.

-La persona creyente tiene la esperanza o confianza de lograr la vida eterna, que se irá concretando en expectativas y proyectos en la vida terrena.

-La espera de las cosas concretas, así como la esperanza en la perduración eterna pueden ser confiadas o desconfiadas.

-La esperanza genuina o auténtica es la espera confiada en la perduración eterna o el advenimiento de todo lo que hace posible el logro de lo concreto.

-La angustia es el temor a que tal perduración no ocurra jamás; es un temor sin concreción.

-La actitud del hombre hacia el futuro, es o puede ser preponderantemente esperanzada o puede ser preponderantemente angustiosa.

-La esperanza genuina o auténtica y la verdadera o auténtica desesperanza remiten al futuro.

-El hombre que consigue un bien aspira a un “siempre” frente a  el “nunca” y la muerte.

-La tensión entre el “siempre” y el “nunca” es el horizonte de la vida hacia el futuro.

La vida en crisis

La vida en crisis se da con frecuencia en la vida personal y en la vida social. Se da también después de un periodo mayor de tiempo la crisis histórica.

¿Cómo podría clasificarse la crisis producida por la pandemia del coronavirus o covid 19? Creemos que tiene parte de crisis histórica, parte de crisis social, parte de crisis personal y con las notas de enfermedad y globalidad.

 La crisis sanitaria por la infección del coronavirus se ha convertido y ha provocado una reacción de crisis en cadena: crisis sociales, crisis laborales, crisis personales, crisis económicas, crisis políticas, crisis humanitarias. La repercusión es de proporciones enormes, gigantescas. Ha paralizado en algunos momentos el 99% de actividades durante algunos meses en que las población quedaba confinada en sus casas.

Manifestaciones de la vida en crisis

En primer término es una vida cambiante y compleja.

Pedro Laín ha señalado que en la vida en crisis conlleva:

-“Multiplicidad de las vacilaciones ante lo que se piensa, se siente y se hace, y carácter falsamente resolutivo de las varias salidas que la vacilación suele tener”.

-“Desorientación y confusión en la mayor parte de los hombres cultos, que en algunos pueden hacerse angustia, exasperación, desesperación o simple amargura. No pocos vivieron así en el cabo terminal de la Edad Media, y así han vivido no pocos a lo largo del siglo XX”.

-“Indiferencia ante lo histórico que en modo alguno excluye el hedonismo ante lo inmediato”.

De esta crisis sanitaria causada por el coronavirus ¿qué cambios de vida nos traerá, qué nos obligará a hacer diferente?. Esa es una de las preguntas que nos hacemos ahora nosotros.






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