Se oye decir con
frecuencia a la gente: que hay días de trabajo y días de fiesta, que hay días alegres y hay días tristes, que
hay días grises y días claros, que hay días de soledad y hay días de compañía,
que hay días negros o muy negros y hay días de esperanza o llenos de esperanza.
Escribía Gustavo Adolfo
Bécquer, poeta romántico español, en una de sus rimas:
Hoy como ayer, mañana
como hoy,
y
¡siempre igual!
un cielo gris, un
horizonte eterno,
y
¡andar…, andar!
Alude de esta manera el poeta a sus
días de permanencia en el monasterio de Santa María de Veruela, en Vera del Moncayo en las
proximidades de Tarazona (España), estaba allí para recuperarse de su enfermedad de tuberculosis, que le
llevó a la tumba a los treinta y cinco años. Andaba y andaba por los campos del
valle de Veruela, pero sus días eran iguales como los de tantas y tantas personas.
Pero lo que nos importa
es saber es cómo es mi cada día y todavía más saber cómo debería ser. Hay tantas
formas distintas de hacerlo como de personas.
Desde la sabiduría
cristiana mi cada día debería ser y entenderse así:
“El Señor me encomienda el cada día, no
más. A veces vivo proyectando el futuro, como huyendo de la mediocridad del
presente.
Cada día significa espíritu de abandono.
Como un niño, en manos de Dios. ¡Qué manía de querer estar por encima de mi
propia medida!. Solo el cada día me libera de la ambición.
Y de la ansiedad del tiempo, que crece con
los años, cuando siento que no dispongo del futuro y quiero apurarlo
compulsivamente.
Hay que cuidar cada día de las cosas
pequeñas, pues en ellas se pone en juego nada menos que el amor, es decir, la
vida eterna.
La calidad de la vida está en la fidelidad,
no de quien necesita estar en orden, sino de quien se levanta cada día con el
gozo de servir al Señor.
Cada día tiene su cruz. No busquemos
heroísmos de cuando en cuando, sino cargar con el peso de cada día.
El Señor nos da fuerzas para cada día, no
más: Mañana tendrá su propio afán. ¡Déjale al Señor que renueve cada mañana el
fuego de tu amor!”.
Javier Garrido. Camino de transformación personal. Sabiduría cristiana. Ed.
San Pablo 2019.
El texto de Javier
Garrido en mi humilde opinión es excelente. Javier Garrido es una autoridad en
este campo de la transformación personal desde la sabiduría cristiana. No hablo de oídas sino que un
verano realicé un curso con él.
En tiempos en que se ha
puesto de moda los entrenadores personales (coach) para el éxito en las
finanzas, éxito en el trabajo, éxito en
lo personal, se han puesto de moda también los emprendedores 2.0 para crear una
empresa con éxito. Utilizando todo tipo de herramientas o técnicas que aporten
eficacia y rapidez. La transformación personal desde la sabiduría cristiana utiliza otras técnicas y fines diferentes a los que emplean los entrenadores personales y como consecuencia el resultado será también distinto.
Pues bien Javier Garrido estudia el proceso de
personalización en busca de evangelizar a las personas. Javier Garrido Goitia, es un sacerdote franciscano, de origen vasco que estudió en Friburgo (Suiza), reflexiona en sus
libros sobre la vida franciscana, la cultura actual, las ciencias humanas y la experiencia
cristiana.
Ha escrito Javier Garrido: Pedagogía de la
afectividad cristiana, Relectura de las cartas de San Pablo, Evangelización y espiritualidad… Todo
ello con un gran dominio de citas bíblicas.
Incansable y prolífico. Enhorabuena
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