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lunes, 8 de diciembre de 2025

La felicidad que busco y se me escapa

¿Qué es la felicidad?

 A la pregunta: ¿Qué es la felicidad? Unos responden que es un sentimiento agradable, otros que es sentirse alegre y contento, para algunos que es hacer algo que valga la pena.

El diccionario nos indica que feliz es un adjetivo que significa que uno tiene felicidad, que goza de felicidad, que ocasiona felicidad. Y que la felicidad es un nombre sustantivo que significa un estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien.

La felicidad, como se sabe, ha sido buscada sin cesar a lo largo de la historia por todos los hombres. Todos anhelan la felicidad han dicho y dicen los filósofos.

Una serie de preguntas nos surge de inmediato: ¿la felicidad es única e igual para todos?; ¿cómo conseguirla?; ¿podemos conseguirla de una vez para siempre? Las respuestas son múltiples y variadas.

Nosotros nos acercamos a un experto, a un filósofo español del siglo XX Julián Marías, que ha escrito un libro La felicidad humana (1987), que cuenta con varias ediciones.

Sólo podemos destacar aquí algunas consideraciones principales sobre la felicidad que hace el gran filósofo.

En primer lugar, señala que la felicidad es irrenunciable, nos es necesaria. Distingue entre placer y felicidad. El placer, afirma, es siempre placer del momento, no así la felicidad.

Relaciona la felicidad con la realización de una pretensión, con conseguir o alcanzar algún fin, deseo o proyecto; para lo cual se tiene que trabajar, se tiene que implicar uno personalmente.

Si lo consigue será un logro y se sentirá feliz; si no lo obtiene será, un fracaso y se sentirá disgustado, infeliz.

Para medir el grado de felicidad personal cree que hay que hacerlo con dos magnitudes: la realidad y la pretensión. La realidad es lo que tengo o aquello de lo cual parto, y la pretensión es lo que busco, deseo o pretendo conseguir.

Por lo cual, el resultado de esta relación es una felicidad pequeña, fugaz y deficiente que nos deja insatisfechos e inquietos en la vida. Así, el hombre es sólo feliz en “pequeños momentos”, en “pequeños instantes”. No es feliz de una vez y para siempre.

Esto es así porque la felicidad no es distinta de la realidad de la vida. La vida del hombre es dramática (sucesos que conmueven fuertemente) y argumental (asuntos o temas diversos con principio, desarrollo y final) y, por tanto, la felicidad del hombre es también dramática y argumental, no es estática, no es para siempre en este mundo.

Otra característica de la vida es su dificultad, no es fácil vivir, “vivir es la suma dificultad”. Y no debe uno autoengañarse sustituyendo el mundo, nuestro pequeño o gran mundo, por un paraíso, pues dirá Julián Marías que: “La sustitución del mundo por el paraíso es la más peligrosa tentación del hombre respecto a su felicidad”. En cuanto a la muerte, señala que es una parte o ingrediente de la vida que hace imposible, ilusoria, engañosa la felicidad en este mundo terrenal, pero, aún así, es necesaria.

La felicidad, ha señalado nuestro filósofo, es siempre personal, de cada uno y es “aquello a lo que se le dice “sí”, aquello con lo cual coincidimos, que sentimos como nuestra inexorable realidad, sin la cual no somos nosotros”.


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