La
vida se hace hacia adelante, se vive mirando al futuro, aunque cada uno haga su
camino de manera diferente. Señalaba Julián Marías en sus Memorias que:
Vivir
hacia adelante, es la única manera posible.
El
hombre viviendo tiene que necesariamente elegir constantemente entre varias
posibilidades, pudiendo acertar o equivocarse. Desde el presente la persona
tiende al futuro, piensa o proyecta que hará en el momento siguiente, al día
siguiente, al mes próximo o en los años venideros.
Proyecta
porque espera alcanzar una meta, lograr un objetivo o realizar un sueño. Ortega
y Gasset lo muestra así:
La vida del hombre es, por lo pronto, constante
movimiento hacia algo, permanente anhelo de metas sucesivas y cambiantes.
Pedro
Laín Entralgo considera que el “futuro es vida proyectada, proyecto”. El
proyecto de vida es aquello que cada uno ha decidido libremente ser y confía
lograr. Las metas o el proyecto que la persona se va proponiendo a lo largo de
su vida buscan siempre la felicidad.
Sabemos
que el futuro es incierto y problemático o quizá no nos depare felicidad sino
sufrimiento, pero no por ello podemos dejar de movernos hacia el futuro. La
razón de este movimiento hacia adelante del hombre es debida a la esencia de su
ser que es abierta, es un ser inquieto, un ser siempre deseoso de cosas nuevas.
La
vida del hombre tiene limitaciones, el hombre no lo puede todo y su vida en
consecuencia es menesterosa, caminante, sometida a la enfermedad y al dolor
pero dirá Ortega y Gasset, el gran filósofo español, que no es necesariamente infeliz. Nos ha seguido diciendo Ortega que la felicidad:
Es la vida dedicada a ocupaciones para las
cuales cada hombre tiene singular vocación [...] la vocación es una tarea
absorbente y gustosa.
El
hombre, cada hombre, cada joven tiene ante sí una importantísima tarea, la de
inventar, diseñar y decidir libremente su proyecto de vida personal.
Tan interesante como siempre
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