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viernes, 26 de abril de 2019

Necesidad de trabajo, de lucha continúa



Necesidad de trabajo, de lucha continúa

El hombre tiene que hacer para ser. Si uno no hace una actividad, realiza
un trabajo es infeliz, se paraliza y no crece ni se construye como persona.

Para desarrollar todas sus potencialidades la persona tiene necesariamente 
que ejercitarlas, trabajarlas, lo cual requiere esfuerzo y sacrificio.

En lo intelectual como en lo físico, el órgano que no está en actividad se
adormece, se debilita, pierde vida.

Los grandes deportistas, artistas, empresarios, profesionales han llegado a
la cima después de mucho trabajo y esfuerzo.

La mayor parte de las personas son demasiado perezosas. La inspiración
no baja sobre el perezoso, la inspiración no existe cuando no hierven en el
espíritu ideas y sentimientos. Decía Miguel de Unamuno: “La esencia del
hombre es la pereza, y, con ella, el horror a la responsabilidad”.

Los hombres dicen los filósofos son seres limitados, finitos, indigentes, 
no lo pueden todo pero habría que añadir que sí pueden muchas cosas.

 Cuando era niño mi madre me recordaba constantemente con ganas 
la norma de conducta que ella aprendió en el catecismo: “Contra pereza,
 diligencia”. Ella siempre se regía por esa regla.

La psicología actual ha confirmado que la mejor cura contra el desaliento, 
contra la desmoralización, contra la frustración consiste en duplicar o 
triplicar nuestros esfuerzos.

Debemos estudiar con interés, aprender con ganas, esforzarnos cada día, 
realizar sacrificios para conseguir nuestras metas.

Se observa frecuentemente a personas que desean el salario, pero no el
trabajo que ello implica. Desengañémonos el salario es consecuencia 
y fruto de trabajo, de pasión y de objetivo.

Hay que levantarse temprano, trabajar seriamente todo el día e irse a
descansar siguiendo pensando en el objetivo.

Y si a pesar de todo nos llegan malos tiempos, las cosas se ponen feas,
y nos visita con dolor el fracaso y nos sobreviene una gran desilusión, 
entonces hay que descansar si nos urge, pero no rendirse. Después debe 
uno seguir intentándolo de nuevo.

 Hay que hacer algo. No hacer nada sería peor, no hay que permanecer 
quieto viendo cómo tus sueños se desmoronan a tu alrededor.

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